Magia sobre pedido
- Carolina Benjumea
- 30 jun 2017
- 7 Min. de lectura
En las concurridas calles del centro de Medellín, entre el “jean de moda”, “los mejores descuentos”, la “ropa de marca” y el “niña en qué le podemos colaborar”, se encuentra un mundo que no está escondido, pero sí es poco conocido por algunos. Lejos de lo que muchos piensan ellos no buscan ser anónimos sino que buscan ganar más publicidad, repartiendo volantes de “lecturas del Tarot”, “lecturas de la mano” y “amarres” y prometiendo devolver un amor perdido y prosperidad, se encuentran en el centro los auto denominados “brujos” que con esta publicidad buscan ganar clientes que desconfíen del destino y de su suerte.
La magia negra es un territorio algo enigmático para la mayoría, es usada cuando se quiere hacer un mal a alguien, con esta se busca controlar el entorno y cambiar alguna realidad que genere un beneficio propio. Entre los más populares se encuentran los “amarres”, estos se implementan cuando se quiere recuperar una ex pareja o un amor no correspondido. Contrario a esto está la magia blanca, la cual consiste en curar y sanar a las personas a través de hechizos, sin embargo, en ocasiones puede llevar a consecuencias negativas.
Con la intención de adentrarme en este mundo y conocer más, caminé por el centro buscando alguno de estos brujos. Algunas personas me dieron consejos como “si le va a entregar algo recíbalo con la mano izquierda, así se cae cualquier brujería que le haya hecho” o “no juegue con eso porque puede abrir portales que son muy difíciles de cerrar”, “váyase con una cruz y una laminita del Sagrado Corazón para que la proteja”, algunos inclusive me dijeron “no le muestre cuánta plata lleva, ni el celular porque ellos lo único que quieren es robarle”. Con tantas advertencias era común sentir nervios. Llegando al Parque Berrio recibí, aproximadamente, cinco volantes que decían “ligo, atraigo y domino en 24 horas a tu ser amado, no importa edad, sexo o distancia. Retiro toda clase de daños, liberaciones espirituales, rituales para la suerte, retiro huacas. (Absoluta reserva)”. Sin embargo, por la desconfianza que me generaron, decidí ir donde uno que me había recomendado anteriormente alguien que ya había acudido a sus servicios.
En el alboroto característico del centro de Medellín aún se conservan algunas estructuras que lo llenan de armonía. La iglesia de la Veracruz es una de ellas, que entre vendedores ambulantes y comercio sobresale por su estilo colonial. En esta plaza está el centro comercial Las Orquídeas, una vez se entra se siente el olor a hierbas e incienso. Locales de ropa, de velas, de artículos religiosos, chatarrerías y dulcerías conviven en el mismo pasaje. Cuando se sube al segundo piso se puede ver las paredes despintadas, el lugar un tanto desorganizado, los pasamanos de un color marrón quemado, producto de un incendio que se ocasionó hace casi un mes en el que resultaron afectados algunos locales comerciales, y el piso un poco inundado. Entre este lúgubre escenario, en el local 201, sobresale una cortina de color azul con lunas y soles de color amarillo, había llegado.
En la fila esperé a que el hombre en cuestión saliera, no se podía ver, pero sí se podía escuchar su voz, una voz muy fuerte. Cuando salió, un hombre moreno, de baja estatura, delgado y ya algunas canas, al ver que había un desconocido esperando por él (siendo yo la desconocida) se acercó y me preguntó con voz cortante y seca “qué hay que hacer”. Le conté mi situación sin saber cómo reaccionaría al hecho de que fuera para hacerle una entrevista y no una consulta, lo único que me respondió fue “espéreme ahí termino con esta señora y entra usted, vamos a ver qué podemos hacer”. La persona que me dio la dirección de este hombre lo único que me dijo era que él trabaja como brujo “yo fui un tiempo donde él y me gustó, nunca había ido a algo así pero cumplió con las expectativas que tenía, si algún día me veo en la necesidad vuelvo a ir”, pidió que no revelara su nombre ni me quiso dar detalles de los servicios que adquirió de él.
Cuando por fin entré llegué a una habitación muy pequeña donde solo había una mesa, una cortina al fondo que tapaba una biblioteca llena de libros, una silla y un ventanal en el que se podían ver las personas entrando a misa de 6:00 pm en la iglesia de la Veracruz. En la mesa estaban las fotos de unos niños, que después me diría eran sus hijos, algunos pasajes de la Biblia y unas cartas. Me entregó su tarjeta en el que se presenta como “profesor Alirio Dos- Santos, Esoterista, Radiestecista. Cartomàntico, Naturista, Metafísico, Soluciones Conyugales, Quiròlogo, enfermedades en los huesos y de la piel (llagas). Servicio a domicilio”.
No cuestiona la labor de los demás pero al mismo tiempo no comparte su idea de repartir volantes en las calles “yo no necesito repartir volantes, el que sabe no necesita venderse, solo se los doy a los que vienen a verme”. Tan seguro está de sus habilidades que a los 19 años que ingresó a la universidad del CIPAR se dio cuenta que ya sabía todo lo que allí le enseñaban acerca de curaciones y de psicología (nunca me explicó bien qué estaba estudiando allí).
Don Alirio descubrió que podía sanar a los enfermos desde muy joven, pero desde los 15 años lo empezó a usar como un trabajo al servicio de la comunidad. Empezó en el año ‘63 cuando a un señor se le cayó su hijo y se quebró la clavícula “yo lo vi, puse las manos sobre su cabeza y le curé la clavícula”, asegura Alirio. No es católico pero sí va a misa, no hace brujería pero sí sabe sobre esta, y no es un brujo pero sí tiene poderes difíciles de explicar que usa para sanar a las personas. A parte de curar también lee la fortuna de las manos, lee el Tarot y hace amarres, pero todo lo hace en el nombre de Dios, nada contra su ley.
Para él lo más difícil es hacerle creer a los escépticos que su trabajo es real, ya que hay muchas personas que han dañado el nombre de quienes realizan esta labor con mentiras y estafas, por esto, a la hora de sanaciones siempre le pide a sus clientes que le paguen cuando la persona se cure, así está garantizando su trabajo. También afirma que cualquier trabajo sin la presencia de Dios está incompleto, “yo veo a los doctores y psicólogos, que siempre dicen que curan a las personas, pero nunca les dicen por qué tienen lo que tienen, yo les explico por qué tienen algún dolor o alguna enfermedad”, para él muchas personas no están enfermas sino que no están siguiendo el camino de Dios, “una vez fui donde un padre que se estaba muriendo y nadie sabía por qué, yo hablé con él y le dije que él solo sabía qué tenía, le dije que no podía tener dos vidas, la de Dios y la de la tierra, que escogiera solo la de Dios, el padre después se murió”.
Su trabajo es la magia blanca, no está de acuerdo con la magia negra “es algo peligroso, siempre se usa para hacerle daño a alguien, lo peor es que siempre se le devuelve a quien lo hizo”. Cree en los Espíritus, de hecho, tuvo un encuentro cercano con uno durante un exorcismo, “hay muchos tipos de espíritus, todos tenemos uno, que es el que se mueve cuando morimos, pero hay unos que circulan y son malos, usualmente se le meten a la gente débil” y ahí es cuando llega su trabajo como exorcista, en curar a estas personas que sufren. Realizando un exorcismo en San Antonio a altas horas de la noche, a un hombre que aseguraba haber sido poseído, el espíritu casi lo mata, no quiso dar muchos detalles de esto, pero me recalcó que este tipo de cosas en los que la gente no cree “son muy reales”.
La iglesia siempre se ha declarado escéptica y en contra de la mayoría de estas prácticas, sin embargo el sacerdote Bernardo Gallego afirma que cualquiera que ayude a otro ser humano debe ser aceptado “en el caso de la magia blanca es diferente, si son personas que están ayudando a otras a encontrar paz y reducir un sufrimiento yo no tendría problema en remitirlo a él”. En cuanto a la magia negra considera que es deplorable el hecho de que un ser humano le haga daño a otro por cualquier medio, especialmente que se usen los símbolos sagrados para crear supersticiones, “el mundo de hoy usa los símbolos como bromas, pero no se interesan por buscar a Dios”.
En cuanto a los amarres, el tema más popular, me dijo de una forma muy sincera “eso es mentira, eso no sirve”, porque a pesar de estar es este mundo tan ilusorio es muy centrado y no se deja llevar por él. “Cuando la persona viene pidiendo hacer un amarre primero le pregunto su relación con esta persona y trato de convencerlos de que no es la correcta para ellos, que pueden encontrar a alguien más. Ya si está encaprichada con esa persona lo hago, pero no se garantiza que funcione, porque si alguien no quiere estar con otra persona, ni siquiera la magia lo puede obligar. Tengo clientes que han venido por seis o siete años a hacerle el amarre a la misma persona y todavía no les funciona”.
En ocasiones las personas se confunden y piensan que su trabajo es hacer magia negra, inclusive de las cosas más raras que le han pedido es que mate a alguien por una herencia, “óigame, una vez dos hombres me pidieron que matara al hermano, así como si nada, vinieron y me dijeron. Eso nunca lo haría yo porque Dios todo lo ve”. Una de los principales motivos que tiene para no hacer nada de esto es por cuidar la vida de sus ocho hijos, “estos son mis hijos, véalos acá en estas fotos, si yo me pongo a hacer ese tipo de cosas eso se me devuelve y les pasa a ellos”.
Al preguntarle qué tipo de hechizos puede hacer una persona para asegurar que le vaya bien en la vida lo único que respondió fue “trabajar. No hay nada que le garantice más su estabilidad y felicidad, que usted mismo luche por ella”.
Cuando la fila se creció me pidió que acabáramos la entrevista para no seguir haciendo esperar a las personas. Con un “mucha suerte con ese trabajo” y “la próxima viene le hago una consultica” y con la plena seguridad de que no había recibido ningún hechizo de brujería me despedí, no sin antes pedirle que me hiciera una lectura de la mano, solo por si acaso.
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